lunes, 27 de julio de 2015

Un hotel fantasma sobre el río

Mole. Entre la ruta nacional 28 y el río Chávez se levanta la obra en construcción, que desentona con la humildad del lugar. Foto: Ramiro Pereyra/ LaVoz

En una de las zonas más pobres y despobladas de Córdoba, un jefe comunal construye un establecimiento de 150 habitaciones sobre la ribera de un río y junto a la banquina de una ruta nacional.

por Sergio Carreras

San Jerónimo es la comuna cordobesa que vive más cerca de las nubes.

Está en el departamento Pocho, a 145 kilómetros de la ciudad de Córdoba. Desde sus 1.640 metros sobre el nivel del mar, otea el norte del valle de Traslasierra y buena parte de los llanos que anuncian el comienzo del territorio riojano.

Cada atardecer, el pueblo -unas docenas de casas desparramadas a los costados de la ruta 28- es testigo del show de luces con el que, allá abajo, comienzan a encenderse Salsacate, Taninga, Ambul y el resto de las poblaciones de la región.

Mientras otros lugares de la provincia conviven con la condena diaria de la sequía, San Jerónimo está perforado por vertientes. Cada casa del pueblo está instalada al lado de una, ya que allí el agua no corre por cañerías sino por esos hilos brillantes a cielo abierto que se destejen de las piedras y van a parar al módico río Chávez.

Justo al lado del río, pegado a la ruta nacional, se levanta una construcción que sorprende a quien pasa por el lugar. Es difícil resistirse a la tentación de detener el vehículo y hacer una foto, a una aparición que parece estar fuera de contexto.

Torta de cemento
Es un edificio de siete pisos, en construcción, colgado de la montaña, cuya estructura comienza en el borde mismo de la ruta y luego desciende hasta tocar el río. En el borde superior, la vereda del hotel está sobre la banquina del camino y su borde inferior toca el agua de un dique con el que se embalsó el río.

En esa breve franja de terreno, el proyecto incluye la construcción de 150 habitaciones. A primera vista, el hotel sorprende como una gigantesca torta de bodas sostenida con hierro y cemento. A la segunda mirada, es difícil no percibir cierta desprolijidad, la salida de línea de columnas, los desniveles de algunas vigas, diferencias en el grosor de las lozas.

Este hotel se viene construyendo pedazo a pedazo desde 2003. En lugar de finalizarlo por etapas, su constructor le fue agregando cada vez un piso más, un techo nuevo, otra escalera para bajar al río.

El edificio del hotel no está solo. En la otra orilla del río, lo acompañan dos grandes construcciones, también de varios pisos y sin terminar. Las tres estructuras están rodeadas por docenas de mesas y bancos de camping de color amarillo, de tres bajadas para vehículos y de un solado de más de media hectárea recubierto con lajas rojas. Hay millones de pesos puestos en este lugar.

Si este emprendimiento estuviera frente al lago San Roque o en una playa atlántica, es fácil imaginarlo lleno de turistas. Aquí, en este pueblo donde se cuentan con una mano las personas que cobran sueldo, y que no figura en una sola guía de destinos turísticos, es complicado pensarlo con sus 150 cuartos repletos de visitantes.

Un señor que llegó de Tigre
En el pueblo, todos afirman que su dueño y constructor es el jefe comunal Darío Liggieri (ex UCR y actual Unión por Córdoba), quien dentro de pocos meses irá a elecciones para tratar de conseguir su tercer período consecutivo al frente de la comuna.

Si alguien piensa que este hotel vacío y fantasmal es excesivo y está fuera de su ambiente, quizá lo comienza a confirmar cuando conoce al jefe de la comuna. Liggieri es un bonaerense oriundo de Tigre, que llegó a la zona en 2002.

Tal como se sigue presentando hoy, le contó a los vecinos del lugar que es empresario, dueño de locales comerciales en alquiler en aquel municipio de Buenos Aires y que, luego de una separación, quería comenzar una vida nueva.

Liggieri, sin casa, se instaló en el pueblo con una casilla rodante. Comenzó la construcción del hotel que, decía, daría trabajo a gente de San Jerónimo y de pueblos vecinos. Entrador y simpático, se ganó la confianza y en 2007 triunfó por cinco votos como jefe comunal.

Siguió viviendo en la casilla, con la que durante años viajó a la ciudad de Córdoba para realizar trámites en diferentes oficinas gubernamentales. En una nota con este diario, en 2009, se ufanaba de que colocaba la casilla rodante delante del ministerio del que necesitaba una respuesta, a modo de piquete, hasta obtener lo que buscaba.

Pese a sus ingresos comerciales de Tigre y pese a que tiene a su disposición un hotel de 150 habitaciones, Liggieri sigue sin casa. Con su pareja, la santiagueña Noelia Santillán, transformaron a la sede de la comuna en su hogar.

Además, en el patio del edificio público, dicen sus vecinos, el jefe comunal cría chanchos. El martes, cuando este diario fue al lugar, los animales estaban ahí. Liggieri dice que se instaló a vivir en la sede pública porque allí tiene teléfono y computadora, y puede realizar su trabajo con más comodidad.

Sospechas pasajeras
Un grupo importante de vecinos de San Jerónimo, antes sus aliados políticos, hoy critican esa y otras conductas de Liggieri.

Mabel Altamirano, quien en la última elección fue aliada con el jefe comunal y fue elegida tesorera de la comuna, dice que él la echó luego de que se negara a firmarle cheques y los libros oficiales porque él no le daba comprobantes de los gastos. “Me sacó del puesto y la colocó de tesorera a su mujer, Noelia”, dice Altamirano.

Roberto Ariza, quien era presidente del tribunal de cuentas de la comuna, también abandonó su función por diferencias con Liggieri. “Le dijimos que mientras no presentara facturas, no íbamos a aprobar nada. Además, veíamos que compraba hierros del 8, pese a que para el cordón cuneta usaba hierros del 4 y del 6. Había sospechas de que esos hierros, otros caños y demás cosas que se compraban con dinero de la comuna, en realidad, iban a parar a la construcción del hotel”.

Omar Altamirano, 71 años, el único empleado que tiene la comuna, dice que fue el constructor de la bajada al río con 100 escalones de piedra desde la ruta, y también del dique sobre el río, y que esas construcciones hechas con dinero de la comuna, luego fueron alambradas por Liggieri y hoy forman parte del terreno del hotel. “El alambrado de casi un kilómetro que hoy rodea al edificio estaba antes en la comuna”, agrega Mabel Altamirano.

Este diario habló con otras personas del pueblo, que también expresaron su sospecha de que la construcción fue creciendo en 12 años con dineros comunales. “Además, usó maquinaria de la comuna para trabajar en la obra. Una pala cargadora que compró en 2010 estuvo en la obra hasta que se rompió”, agrega Altamirano.

“Otro tema es que ese hotel está construido sin dirección técnica; nadie va a aprobar esa obra”, señaló Ariza. “A simple vista, se ve que no sobrevive a un temblor. Hace meses, llegó por primera vez un contingente de boy scouts de Buenos Aires para alojarse en el hotel, pero cuando el responsable vio la construcción, ese mismo día se fueron de San Jerónimo”.

Pese a que la estructura del hotel está pegada al agua, no se conoce que la Secretaría de Recursos Hídricos de la Provincia (ex-Dipas) haya intimado a su constructor. Desde el Ministerio de Agua y Ambiente dijeron a este diario no tener a disposición el expediente que se habría hecho sobre la construcción.

El tío italiano
Pese a que en San Jerónimo nadie tiene duda al señalar quién es el dueño del hotel, Liggieri contó a este diario otra historia. Dijo que él no es el propietario, sino un tío llamado Antonio Liggieri, que vive en Sicilia, Italia, integrante de la ONG Corazones Felices, en la que también participaba otro Liggieri, de nombre Sebastián. “Hace dos años se fueron. Yo cuido el hotel; tres personas viven ahí para cuidar, pero no soy dueño”.

El jefe comunal dice que el hotel tiene escritura y que la ex-Dipas fue a verlo y decidió –pese a la evidencia– que no está asentado sobre la ribera del río, porque desde el centro del cauce hay más de 15 metros hasta donde comienza la construcción. Sobre la ocupación de la banquina de la ruta nacional, responde que, en realidad, aunque hoy se vea eso, el trazado de la ruta está muy cercano al río, pero que debería estar unos metros más arriba, sólo que no lo hicieron ahí por la presencia de la montaña. Es decir, si rompieran la montaña para hacer la ruta más arriba, el hotel no quedaría en la banquina del camino.

En algo piensan igual Liggieri y sus críticos: no se sabe cuál será el futuro del hotel, si es que tendrá futuro o seguirá siendo una presencia fantasmal en este pueblo imperceptible de la provincia de Córdoba.

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Un pueblo pequeño del cual se habló mucho

Pese a no llegar al medio millar de habitantes, San Jerónimo es un pueblo que se las arregló para hacer que hablen de él. Fue noticia por diversos enfrentamientos electorales lo colocaron en el centro de la atención más de una vez.

Pese a no llegar al medio millar de habitantes, San Jerónimo es un pueblo que se las arregló para hacer que hablen de él. No sólo por la presencia de ese enorme y deshabitado hotel junto al río; ni por su máxima autoridad que vivía en una casilla rodante y ahora se instaló con su pareja en la sede municipal.

También fue noticia por diversos enfrentamientos electorales lo colocaron en el centro de la atención más de una vez.

Hace pocas semanas, todo el país se enteró de que un candidato a legislador departamental, Raúl Recalde (Juntos por Córdoba), fue detenido luego de intentar llevarse unos votos del conteo final, cabeza a cabeza, que terminó perdiendo frente al candidato oficialista Hugo Cuello (Unión por Córdoba).

Cuello es, desde hace varios períodos, legislador por el departamento Pocho y tuvo su instante de fama cuando se conoció, en 2014, que jamás había dicho una palabra en 108 sesiones legislativas.

La disputa entre Recalde y Cuello fue por un puñado de votos impugnados en San Jerónimo. Los seguidores de Recalde impugnaron esos votos porque, afirman, son de personas que no viven en San Jerónimo sino que fueron llevados por Liggieri para usarlos como fuerza electoral.

“¿Vieron que un pueblo chiquito marcó la diferencia por un voto y le dio la mayoría al gobernador Schiaretti?”, escribió Liggieri en Facebook el 13 de julio. “Veníamos perdiendo por ocho votos, pero... ta-tán ta-tán, con los votos de San Jerónimo ganamos por un voto”.

En las elecciones de hace cuatro años, en junio de 2011, otra vez San Jerónimo terminó en las noticias. Liggieri acusó al juez de paz de haber amenazado con “quemar la urna en la salamandra”. En esa urna se jugaba su reelección, que finalmente consiguió.

La urna de San Jerónimo, para que fuera resguardada, terminó “presa” en un calabozo de la comisaría de Salsacate y custodiada por el comisario.

Liggieri dijo a este diario que ese tipo de conflictos se debe a la conformación del pueblo. “Está manejado por tres familias, que se habían acostumbrado a hacer las cosas como ellos querían. El anterior jefe comunal fue imputado por peculado y su familia estuvo vinculada con un crimen”, contó mientras entregaba la fotocopia de una nota de La Voz del Interior , de hace varios años, sobre la condena a los asesinos de un campesino en Pampa de Pocho.

El jefe comunal dice que quienes lo acusan querían correrlo y dejar la comuna acéfala, pero que hoy todo sigue funcionando bien porque el Ministerio de Gobierno aprobó su gestión. Como también lo acusan de cobrar un sueldo alto y viáticos, en una comuna donde la mayoría vive de la cría de animales y la agricultura, Li­ggieri dijo que su sueldo es el 10 por ciento de la coparticipación: 8.500 pesos. “Además, yo no necesito este dinero, tengo ingresos por los locales que alquilo en Tigre”, agregó.

Fuentes:
Sergio Carreras, Un hotel fantasma sobre el río, 26/07/15, La Voz del Interior. Consultado 27/07/15.
Un pueblo pequeño del cual se habló mucho, 26/07/15, La Voz del Interior. Consultado 27/07/15.

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